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El “OMBÚ”, un árbol singular amenazado en Utrera

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El “OMBÚ”, un árbol singular amenazado en Utrera

En la Puerta Verde de Utrera, junto a la Fuente de Ocho Caños, se encuentra un árbol llamado ombú o bella sombra.

Este árbol está sufriendo una serie de mutilaciones debido a la ubicación donde se encuentra, justo debajo de una línea eléctrica. No sabemos quien es el responsable de cortar sistemáticamente los grandes brazos que se acercan a dicha línea eléctrica, dejando a esta joya botánica totalmente mutilada, pudiendo llegar incluso a su muerte.

Ombú mutilado en la Puerta Verde de Utrera

La historia de este ombú se remonta a los años 60, cuando un marino mercante utrerano, en uno de sus viajes, trajo las semillas de Suramérica y las plantó en este lugar. Aquí ha estado creciendo en perfectas condiciones durante cerca de 50 años, hasta que en la actualidad  peligra su existencia.

El ombú (Phytolacca dioica), es oriundo de Argentina, Uruguay, Brasil y Paraguay. Tiene la particularidad de que aunque su tronco sea grueso y tenga un gran porte, es una hierba. La consistencia de su madera es muy ligera, casi herbácea, por ello erróneamente hay quien lo ve más como un árbol que como una hierba gigante. Desde el punto de vista morfológico es un árbol, con una estructura anatómica anómala, muy carnosa, carente de crecimiento secundario y anillos de crecimiento.

Contiene grandes cantidades de agua, lo que le permite sobrevivir en el entorno de escasas lluvias. Crece rápidamente, y es inmune a buena parte de los insectos que depredan las hojas,  gracias a su savia tóxica.

Aunque se suele afirmar erróneamente que su nombre proviene del guaraní, otros estudios aclaran que el término “ombú” es de origen exótico.

 Fué introducido por primera vez en Europa por Hernando Colón, hijo de Cristóbal Colón, que plantó varios ejemplares en Sevilla, siendo el más famoso el del Monasterio de la Cartuja de Sevilla.

Bella leyenda sobre el Ombú

Cuando Dios hizo al mundo fue preguntándole a todos los árboles cómo querían ser. Cuando llegó a nuestras pampas, el quebracho pidió ser fuerte y duro… y Dios lo hizo fuerte y duro.
El jacarandá pidió ser bello y adornado… y Dios le otorgó las bellas flores celestes. Y así todos.
Cuando le llegó el turno al ombú, éste dijo:

“Tata Dios … Yo quiero ser coposo para dar sombra y descanso a los caminantes; no quiero flores ni perfumes, ni vistosos colores, ni jugo, ni siquiera fruto … que mi tronco sea tan blando para que los clavos no puedan quedar clavados en mi madera … Tata Dios … quiero hacer el bien a los hombres …aliviarles las fatigas cuando cruzan las llanuras y los montes, los ríos y montañas bajo el sol calcinante y muertos de sed en medio de la tierra reseca por el fuego y el calor “
Y Dios lo hizo así.
Siglos y siglos después el Hijo de Dios vino al mundo y los hombres lo crucificaron.
El ombú, lleno de dolor corrió hacia Dios y le dijo.
“Cuando usted hizo los árboles les preguntaba a todos qué querían ser … y todos querían ser bonitos, lindos y fuertes … Yo no quería nada de eso para que jamás pudiera servir de cruz”

Dios lo consoló, contándole que Su Hijo ya había resucitado, pero en agradecimiento le otorgó al ombú otros dos dones: crecer más rápido que cualquier otro árbol para que muy pronto pudiera ser el refugio de los hombres y animales y que sus hojas tengan total inmunidad para cualquiera de los insectos que pudieran atacarlo.

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